REFLEXIÓN DE CLASES II
El desarrollo del aprendizaje en los
estudiantes es un proceso complejo, ya que son sujetos que están inmersos en
una constante transformación física, intelectual y emocional. Procesos como la
vinculación del pensamiento y el lenguaje, y los distintos tipos de apego que
puede generar un niño con su figura de cuidador, son esenciales para el
desarrollo del ser humano en sus primeras etapas de vida y a lo largo de ella,
ya que repercute en su forma de relacionarse emocionalmente como también en su
percepción del mundo. Como docentes, ser capaz de conocer e interiorizar los
primeros procesos mentales y emocionales es primordial, ya que se genera una
mayor comprensión sobre las conductas que tienen los estudiantes dentro del
aula. De esta forma, se deben adquirir las suficientes herramientas para
generar un ambiente seguro dentro de las salas de clases, y que contribuyan a
un mejor desarrollo del aprendizaje en los estudiantes.
Desde sus primeras etapas de vida,
el ser humano desarrolla procesos cognitivos con distintas finalidades, que surgen a medida que este crece. La cognición y el pensamiento tienen una
estrecha relación con el lenguaje, ya que este último es la expresión material
de los pensamientos, relacionados tanto con la inteligencia racional, como con
la emocional. Dentro del cerebro, existe una variedad de zonas que tienen
relación con el funcionamiento del lenguaje, ya sea la zona motora, relacionada
con el movimiento; la zona broca, relacionada con la articulación de palabras;
o el área límbica de la asociación, que tiene que ver con el comportamiento,
las emociones y la motivación del ser humano. Es esencial comprender cómo el
pensamiento se expresa mediante el lenguaje y las distintas formas en que se
puede manifestar, ya que es la base de todo aprendizaje, y se debe estimular
constantemente. El lenguaje, contribuye en cómo el ser humano expresa lo que
piensa y lo que siente, y su coherencia con las primeras etapas de desarrollo
se establece simultáneamente con un proceso tan básico, como lo es el apego.
El apego, es la vinculación
emocional que comparte el recién nacido y su madre y/o cuidador. Se basa en un
conjunto de cuidados que el segundo brinda al primero durante la fase inicial
de su desarrollo y estos, precisamente por presentarse en ese momento del
aprendizaje, resulta esencial para precisar ciertos comportamientos que el bebé
asumirá en un futuro. Por lo tanto, el apego se definirá también como modelo de
conducta en la infancia y que madura a través del tiempo, e incidirá en el
desarrollo integral del individuo y sus implicancias en la construcción de
identidad y proceder.
El impacto de este proceso es tal
que, una vez que se lleva a cabo, sus efectos comienzan a hacerse evidentes y a
medida que el tiempo transcurre se reconoce no sólo la importancia, sino que
también la urgencia de una base segura, consciente, empática y sensible para la
constitución de personas con autoestima, confianza, autonomía y otras
habilidades y herramientas que les permitan plantearse y enfrentarse al mundo.
En relación con lo anterior, se
reconoce la significación de este cimiento para el progreso de cada individuo y
su manera de situarse como tal, también en conjunto con sus pares y habrá una
correspondencia directa entre ambas esferas de conocimiento y la calidad de sus
interacciones “La confianza en la persona que lo cuida se transforma en una
confianza en el yo junto con dicha persona, y al final, en una confianza en sí
mismo.” (Sroufe, 2000, pp. 229)
Por ello, es sustancial intencionar
estos procesos para el bienestar de los seres humanos en cada espacio, más aún,
llevarlos a la práctica de manera consciente desde un principio dentro del
aula, pues de esta manera se favorecerán percepciones y actitudes de confianza
en las personas, además de espacios seguros y sanos que repercutirán en la
manera de identificar y elegir lazos de la misma naturaleza a medida que crecen
“Al tener la profunda seguridad de la disponibilidad de los demás, al saber que
pueden aproximarse a los otros cuando los necesitan y al creer en sus propias
capacidades para conseguir que los cuiden, dichos niños tienen la confianza de
ejercitar sus capacidades emergentes para hacer frente de manera autónoma a la
excitación.” (Sroufe, 2000, pp. 234)
Como docentes, es primordial tener
un manejo de los procesos que se llevan a cabo en el desarrollo emocional del
ser humano, ya que nos entrega una mayor comprensión sobre las conductas y
relaciones afectivas que construyen los estudiantes dentro del aula. Es
necesario comprender que cada uno desarrolla diferentes formas de apego, por lo
que se deben adquirir habilidades en beneficio de generar seguridad dentro del
aula y contención ante la limitación, inestabilidad o insuficiencia que pueda
percibirse. Establecer fronteras y normativas en las conductas de los
estudiantes es necesario dentro de la sala de clases, ya que genera un ambiente
de mayor confianza y seguridad, y conlleva a que los estudiantes puedan construir
relaciones afectivas estables entre ellos mismos. No obstante, en caso de que
el docente se encuentre con una situación conflictiva entre los alumnos, se
deben llevar a cabo procesos adecuados que repercutan de la misma forma a todos
los estudiantes. El profesor debe asumir el rol de mediador, y generar
instancias donde todos participen y reflexionen sobre sus acciones y cómo estas
repercuten en el otro, utilizando la comunicación como un elemento clave para
expresar inquietudes o emociones.
La participación y la comunicación
son elementos que debe utilizar el profesor constantemente dentro del aula con
la finalidad de generar un mejor aprendizaje en los estudiantes. Generar
diálogo con los alumnos y actividades que se basen en el trabajo en equipo y el
aprendizaje colectivo son instancias fructíferas para el desarrollo intelectual
y emocional de los estudiantes “el punto crítico reside en la generosidad
derivada de una libre elección, siendo esta constitutiva, y no un mero caso, de
la condición humana.” (Malpartida, 2019, p.1), ya que conllevan tanto a que
tengan un mayor aprendizaje sobre los contenidos y que también puedan
desarrollar confianza en sí mismos, como también a reconocerse con el otro de
forma empática, y que se hagan conscientes de sus acciones.
En suma, todo lo que se ha abordado
hasta ahora, tiene la labor de desarrollarse en conjunto, pues el estímulo y
uso del lenguaje como manifestación del pensamiento propiciará una mayor
comprensión del mundo y la comunicación del individuo con el medio y todo lo
que es parte de él. Asimismo, si se cuenta con las redes apropiadas, se
fortalecerá el autoconocimiento y autonomía del individuo, y esto repercutirá
instantáneamente en la manera de relacionarse con otros y trabajar en conjunto,
cooperar y empatizar. Cuando todo esto se enlaza, se puede decir que se está
frente a un ser capacitado para pensar, expresar, interpretar la realidad y por
tanto, que puede decidir de manera eficaz.
Aunque el docente muchas veces no
puede participar desde la etapa inicial de cada ser humano, éste sí significa
una personalidad importante en la vida de cada uno en su formación integral en
las etapas posteriores, y es allí donde radica lo esencial en su formación y
manera de hacer pedagogía, contar con una base teórica y práctica que se
corresponda con su labor y alcance es un requisito esencial, apremia una
metodología que apunte al respeto por los estudiantes, la confianza en sus
capacidades y libertades, en que a través del incentivo a ser protagonistas de
su proceso educativo, se entreguen también las herramientas que favorezcan su
empoderamiento y, por tanto, que se afronte como una educación democrática que equipare y fomente la lucha por la igualdad y
equidad desde el hogar, las aulas y se transmita a cada esfera de la sociedad.
Referencias bibliográficas
-
Sroufe,
A. (2000). Desarrollo Emocional. México, D.F.: Oxford University Press.
Capítulo 10: El Apego: La Regulación Diádica de la Emoción, pp. 211-236
-
Malpartida,
J. (2019). ¿Por qué cooperamos?, de
Michael Tomasello. Letras libres.
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