Experiencia de lectura y escritura (Carla)


Mis primeras experiencias relacionadas con la lectura y escritura comenzaron en el verano del dos mil cuatro. Entraba a primero básico, por lo que mis abuelos, quienes ejercían la pedagogía, consideraron de suma importancia que aprendiese a leer antes de entrar a la escuela. Y así fue como cada mañana, antes del almuerzo, nos sentábamos el comedor junto a mi abuela a practicar con el libro Silabario. Poco a poco fui conociendo vocales, consonantes y palabras, para luego ir uniéndolas en oraciones. La constante dedicación de parte de mi abuela hizo que tuviese un mayor avance en la lectura, por lo que en primero básico tuve un mayor acercamiento –y facilidad- en cuanto a la lectura y la escritura.


Con el paso de los años, si bien mi lectura fue mejorando y podía escribir con mayor fluidez, desde una edad temprana comencé a tener problemas de concentración. Por lo que mi abuelo, consciente de que debía enfocar mi atención a los contenidos del colegio, comenzó a prestarme libros infantiles. Los textos generalmente eran relatos sobre niñas que poseían características parecidas a mí; asistían al colegio, tenían amistades y enfrentaban los típicos conflictos que surgen en la niñez, relacionados principalmente a la familia y al aula. Esto generó que mi interés y concentración se enfocaran en los textos, ya que se familiarizaban con la realidad en la que me desenvolvía habitualmente, lo que generó que pudiera manejar mi concentración. Leer cosas que me gustaran y se familiarizaran con mi entorno, generó que pudiera enfocarme mejor en la lectura y aumentara mi concentración en los contenidos del colegio.

La constante dedicación de parte de mis abuelos -para que aprendiese a leer y comprender- hizo que, además de tener una buena comprensión lectora, enfocara mi concentración y mi aprendizaje mediante la lectura. Mis abuelos me brindaron seguridad, sabiduría y afecto, se preocuparon constantemente de mi aprendizaje y de mis habilidades, lo que generó que me sintiera acompañada en el desarrollo de mi niñez. Tal como señala Vigotsky, el aprendizaje consiste principalmente en un proceso social, donde la humanidad adquiere herramientas que les brindan la sociedad y la cultura donde está inmersa. Es por eso, que es importante el constante vínculo de los contenidos a pasar en los colegios con la realidad de los estudiantes. Desde mi experiencia personal, al generar un vínculo de la lectura y la escritura con mi realidad infantil, pude generar un mejor desarrollo de mis aprendizajes y habilidades.

Como futuros docentes, debemos estar conscientes de que los estudiantes viven bajo determinados contextos sociales, históricos y culturales, y cada uno de ellos proviene de un entorno diferente. Por lo que es necesario generar instancias donde relacionemos el contenido que deben aprender, con sucesos de su vida cotidiana y su entorno. También, debemos fomentar el diálogo con los estudiantes y entre ellos mismos, con la finalidad de que amplíen su perspectiva de la realidad. Hacer que los estudiantes comprendan que su realidad no es única, y que sus pares se encuentran inmersos en realidades y conflictos diferentes, conlleva a que los alumnos puedan desarrollar la empatía, el trabajo el equipo y un aprendizaje constructivo.

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